Agua de Sevilla Mantón de Manila

El mantón de manila, seña de identidad de nuestra tierra. Artesanía. Elegancia en estado puro. Enredos de sueños. Un tesoro vivo. Signo de belleza y sensualidad. Una obra de arte de la tradición y cultura andaluza que no tiene edad…

El romanticismo de su leyenda.

Dicen que fueron las cigarreras sevillanas de la Real Fábrica de Tabaco las que pusieron de moda el mantón de manila.

Los fardos de tabaco que llegaban a nuestra tierra en la época colonial, estaban envueltos en un delicado tejido de seda que los preservaban de la humedad. Las trabajadoras les daban un nuevo uso a estas telas bordándolas a su antojo. Los bordados más habituales solían ser sus flores favoritas, creando así pequeños mantoncillos de colores infinitos que cubrían sus hombros.

Fue a partir de ahí, cuando la alta sociedad se “encaprichó” de estas piezas artesanales y empezaron a demandarlas a las “improvisadas” bordadoras, profesión que con el paso de los años se fue profesionalizando. Eso sí, la alta sociedad los quería grandes, haciéndolos casi como los conocemos hoy.