Madreselva, el secreto de Agua de Sevilla

Una noche de verano con aroma a madreselva

me trae la añoranza de momentos ya pasados

Un olor que hace aflorar 

los sueños y los deseos más íntimos y profundos.

(Cita: Blog Princesa Nadie).

Y es que así es ella. Su colorida, salvaje y enigmática apariencia es capaz de embellecer cualquier jardín. Llamando, cual suave silbido, la atención de todo aquel que la mira. Atrapándonos y haciéndonos viajar al pasado por su aroma, dulce y adictivo. Hoy no solo la vamos a contemplar, también la vamos a conocer, y nos vamos a dejar enamorar por ella más si cabe. A continuación, os contaremos todo lo que se esconde detrás de uno de los ingredientes secretos de nuestro clásico perfume de Agua de Sevilla, la madreselva. ¿Nos acompañas?

La madreselva -también denominada chupamiel o pata de cabra- crece en atmósferas templadas, como la del Mediterráneo, florece a finales del invierno y requiere de pocos cuidados. Se trata de un arbusto trepador de muy rápido crecimiento, con hojas perennes, siempre verdes, de forma ovaladas y brillantes por debajo. Sus bellas flores -amarillas, blancas, rosas o rojas- desprenden un aroma potente y embriagador por la noche, muy parecido al del jazmín, y su fruto, que aparece en otoño, es una baya anaranjada o rojiza que, aunque pueda parecer deliciosa, no es comestible. De hecho, es tóxica y, en dosis elevadas, puede producir problemas estomacales.

Pero, si por algo nos encanta, es porque sus notas olfativas son muy aclamadas en perfumería… Y, a pesar de que su aceite esencial no se puede extraer directamente de la flor, la madreselva ha sido a lo largo de la historia uno de los ingredientes más utilizados en los perfumes femeninos. Para ello, se reproduce la fragancia en el laboratorio, empleando esencias naturales o la técnica del headspace, un método desarrollado en la década de 1970 para restaurar los olores de una flor sin alterarlos lo más mínimo. El resultado, un maravilloso aroma a primavera, como el de nuestro best seller, Agua de Sevilla. 

La leyenda de la madreselva

Detrás de la exuberancia de sus flores y su embriagador aroma, un hilo de misterio envuelve a la madreselva. Y es que, desde tiempos inmemoriales, está flor está muy entrelazada con fábulas populares, incluso se le ha llegado a otorgar propiedades mágicas en determinados momentos de la historia. 

Un buen ejemplo, es la leyenda de su floración, que proviene de la mitología griega. En ella, dos amantes, Chloe y Daphnis, vivían una intensa historia de amor cada vez que se reencontraban, cosa que ocurría solo una vez al año, cuando florecía la madreselva. Daphnis le pidió a los Dioses si podían hacer que la flor floreciera durante más tiempo. Y Eros, Dios del amor, le concedió su deseo. 

Asimismo, como pasa con otras tantas flores, a la madreselva se le ha atribuido una simbología concreta. Muchos la regalaban para mandarle un mensaje a su receptor. Y, dependiendo de sus colores -o a la especie a la que perteneciera- esto es lo que querían decir: 

  • Ramo de Madreselva blanco: Se empleaba como símbolo del amor eterno, la fidelidad y el compromiso.
  • Ramo de Madreselva azul: Se usaba cuando un hijo quería pedirle perdón a un padre o madre, incluso un alumno a un profesor. 
  • Ramo de Madreselva roja en ramo: Servía para demostrar amor hacia un amigo o amante.
  • Ramo de Madreselva color coral: Tras recibir un ramo de madreselva rojo, si el receptor quería decir que sólo quería amistad y nada más, enviaba otras de color coral.
  • Ramo de Madreselva amarilla: Era la señal de que decir que había terminado una amistad debido a una traición.
  • Ramo de Madreselva rosa: Se utilizaban para pedir perdón.

Pero, si hay un significado que destaca por encima del resto, ese es el del AMOR. Es tan potente su vínculo con él que, incluso por la forma en la que se adhiere a los árboles, se la ha relacionado con la figura de una mujer abrazando al hombre que ama, concepto que se halla en un proverbio francés del siglo XIX. Es en Francia también donde se compuso una balada dedicada a esta flor, “Le lai du chévrefeuille”, que habla del nacimiento de la leyenda celta de Tristán e Isolda, emblema universal del amor prohibido. 

“Así como se entrelaza la madreselva anudándose en infinitas vueltas; así se entrelazan los corazones, inundados de un verdadero amor”.

Poco más podemos añadir… Científicamente conocida como Lonicera caprifolium, sin duda, es la flor que siempre quisiste para tu jardín –y para tu perfume-. Lo que pasa es que no lo sabías. Con ella, cualquier rincón se verá bonito y tú desprenderás a tu paso un olor sensual, elegante y muy femenino. Acércate, cierra los ojos y comienza a soñar… ¿Listo para amar?